La quinta del 2002
En estas circunstancias tan difíciles hay muchas personas vulnerables por las que nos preocupamos y muchos colectivos que despiertan nuestra compasión, solidaridad y admiración: los mayores que sufren y mueren solos, las familias que soportan el confinamiento, los sanitarios que trabajan para frenar esta pandemia o los profesionales que permiten que cubramos nuestras necesidades básicas. Como orientadora, además, reconozco que estos días tengo muy en cuenta también a otro grupo: las chicas y chicos que este año acaban el Bachillerato y tienen pendiente la prueba de acceso a la universidad.
Desde el punto de vista académico, el confinamiento les llegó justo cuando estaban enfocando todos sus esfuerzos en sacar la mejor nota posible para poder estudiar la titulación que desean. Hoy, sin embargo, no saben si volverán a clase antes de acabar el curso, si será definitivo el cambio de fechas de la selectividad (EvAU) a finales de junio, del 24 al 26, o si las modificaciones que se introducirán este año en la prueba afectarán a sus resultados. Como si no tuvieran ya bastante incertidumbre e inquietud.
Pienso en que este año cumplirán 18 años y algunos tendrán que celebrar esta fecha tan deseada en casa, acompañados de su familia. Seguro que lo disfrutan, pero para ellos será insuficiente porque lo harán sin el contacto con sus amistades, con sus parejas o con esa persona con la que hace unas semanas acababan de comenzar una relación. Qué lástima.
Tampoco podrán gozar de dos de los alicientes que tiene este curso: la celebración de su graduación de Bachillerato o el viaje a Salou, donde cada mes de junio se dan cita miles de jóvenes antes de comenzar la universidad. En estos momentos no saben si podrán disfrutarlas, como hicieron sus hermanos y hermanas o sus amistades en años anteriores. Y me pregunto cómo podrán recuperar esos recuerdos.
Pese a todo ello, me gustaría enviarles un mensaje positivo. En el futuro, cuando todo esto acabe y ellos tengan su título e inicien su carrera profesional, serán conscientes de que lo vivido en estos momentos les han aportado algo bueno. Descubrirán que les ha ayudado a desarrollar o a potenciar algunas de sus habilidades o actitudes: la flexibilidad, la capacidad de adaptación, la vocación de servicio, la perseverancia, la resiliencia o la automotivación. Estoy segura de que cuando pasen por un proceso de selección para un trabajo y cuenten que son de la quinta de la selectividad del coronavirus, un buen seleccionador sabrá identificar a aquellos que extrajeron algo positivo de esta situación.
Quiero enviarles mucho ánimo y decirles que no desistan, que escriban su objetivo en un papel y lo visualicen cada día. A quienes no tenga todavía un objetivo académico o profesional para el futuro, le invito a que aproveche estas semanas para hacer una reflexión sobre sus fortalezas y sus intereses, algo que le ayudará a poner un poco de luz a este momento.
Decía Albert Einstein que en medio de la dificultad reside la oportunidad. Yo también lo creo.
Jesusa García
Artículo publicado en Diario de Navarra el día 10 de abril de 2020
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